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La vida comienza a los cuarenta -- Kimowagtris -- Las flores son para los muertos.

La vida comienza a los cuarenta: está narrada por su protagonista desde que tuvo uso de razón hasta llegar a octogenario, en uso de sus plenas facultades mentales, relatando mil vicisitudes hasta alcanzar los cuarenta años, edad que, según referencias que recibió durante su infancia, es la del comienzo de la vida. Sus andanzas y las compañías que le deparó el destino merecen una lectura profunda y crítica, no soslayando la posibilidad de que el lector se vea reflejado en esas vivencias.
Kimowagtris: transcurre a lo largo de unos ciento veinte años y su final está en cierta fecha próxima, o sea que aún no ha tenido lugar. Incluye la aparición de un particular personaje que el protagonista dice ver y del cual recibe pensamientos, dejando la duda sobre su existencia. Su contenido tiene amplias incidencias psicológicas, el lector apreciará que la dependencia del relator lleve a la posibilidad de que actúe por obediencia a su mentor o que lo haga por cuenta propia.
Las flores son para los muertos: encontraremos una singular historia de amor, escrita por encargo del hombre enamorado de Clarisa, dulce y farragosa mujer. Los momentos de pasión están volcados en lenguaje crudo y atrapante. La historia se traslada a lejanos lugares para finalizar en una situación inesperada y dolorosa.